A veinte años del «caso Daniela»

Los casos de restitución internacional de niños que explotaron en la prensa un par de meses atrás, no trajeron reminiscencias de aquel en que intervinimos profesionalmente, que fue el primero en exponer a la opinión pública este tipo de conflictos y del que hoy se cumplen veinte años.

En la jurisprudencia argentina se registraban solo uno o dos casos cuando en 1995 se hizo público el llamado “caso Daniela” (“WILNER c. OSSWALD Gabriela s/Restitución de Menor”, ver sentencia completa acá), que fue el primero que saltó a los medios, acaparó la opinión pública y concientizó a los argentinos  acerca de la recurrencia de estas situaciones.

 

wilner

 

Se trataba de un matrimonio de argentinos que hacía algunos años residían en Canadá por motivos académicos, y cuya hija Daniela había nacido en ese país.

Cuando Daniela tenía cinco años de edad, su madre y ella viajaron a Argentina para visitar a ambas familias, en ocasión de las vacaciones. Los padres estaban separados, y el padre dio su consentimiento para el traslado por dos meses. Una vez aquí, la madre le informó que su intención era radicarse aquí con Daniela, en forma definitiva.

La situación era muy clara y no presentaba flancos jurídicamente débiles: la niña debía ser restituída al país donde residía, en el que eventualmente los padres resolverían judicialmente la tenencia.

El expediente judicial avanzó rápidamente en pos de la restitución, hasta que otros actores extrajudiciales empezaron a intervenir, y a partir de ese momento, el juicio adoptó otro ritmo, mas atento a lo que sucedía en el afuera del juzgado que en su interior.

Los medios de prensa encontraron en la difícil situación de esta familia una historia interesante para ser contada, y rápidamente este tema privado se convirtió en un asunto de interés público: figuraba en tapas de revistas y en la televisión, en la radio se hablaba del tema y la identidad e imagen de la niña se difundía sin considerar que se trataba de una menor de apenas cinco años de edad.

Inmediatamente figuras públicas empezaron a tomar partido en el asunto, el entonces presidente Carlos Menem recibió a la madre de Daniela, e inclusive Diego Maradona y sus dos hijas la fueron a visitar.

En el relato público la realidad volcada en el expediente se tergiversó convenientemente

según quién la contaba, y una cuestión privada que se refería a dos padres que no lograban acordar dónde viviría su hija, se convirtió en una lucha para determinar si las madres eran mas convenientes que los padres, si quienes habían dejado el país merecían la consideración de nuestros tribunales, y –lo que es mas grave- en una cuestión que enfrentaba la identidad argentina con la idea de enviar a “nuestros niños” a un país extranjero.

Las presiones sobre quien tenía que decidir se hicieron múltiples.

El juicio adoptó un ritmo mas lento, pero finalmente se dictó sentencia conforme a derecho, y la restitución fue ordenada. Esta decisión fue rápidamente confirmada en la Cámara de Apelaciones, y la Corte no hizo lugar al recurso presentado en contra.

Una vez esclarecida la situación, los padres se sometieron a la justicia canadiense, donde lograron ponerse de acuerdo. Daniela creció gozando de los dos, y hoy es una exitosa profesional de veinticinco años, que vive y trabaja en Estados Unidos.

Lo cual demuestra que las restituciones son el principio para ordenar la situación de la familia, que al estar indefinida impide las relaciones normales entre sus miembros.

 

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