Acuerdos de divorcios: cuando el apuro vence a la necesidad

Cuando a los abogados se nos consulta por cuestiones de familia, no podemos perder de vista que nuestros clientes son personas que están sufriendo.

acuerdos de dIvorciosSiempre que un vínculo familiar –del tipo que sea- se rompe o entra en crisis, las personas involucradas se ven afectadas por la situación, aún en el caso que hayan sido ellas mismas quienes tomaron la decisión que llevó a la ruptura. El cambio siempre afecta –en mayor o menor medida- aunque en ocasiones nuestros clientes no lo puedan ver, o lo disimulen ante terceros.

Por eso la labor del abogado de familia no se agota en lo jurídico. Dentro de nuestra tarea se inscribe también el contener a nuestros clientes, quienes confían en nosotros hasta el punto de confesarnos cosas personalísimas necesarias para nuestra labor profesional y muchas veces se desahogan con nosotros acerca de cuestiones que exceden lo necesario para su defensa.

Los abogados de familia sostenemos que siempre es preferible un acuerdo entre las partes contendientes, porque no olvidamos que forman o formaron parte del mismo núcleo familiar, y que por más que se haya roto el vínculo que los unía, lo mas probable es que mantengan la relación con personas en común  (hijos, hermanos, padres).

Pero cuando el acuerdo al que se puede llegar no conviene a ambas partes, ¿hasta qué punto se debe ceder?

Resulta muy difícil sostener en el tiempo un conflicto de familia por el entramado de cuestiones que abarca, y fundamentalmente porque están implicados temas sentimentales, una historia en común. Por ello las personas involucradas tienden a querer concluirlo lo más pronto posible, a veces a cualquier costo.

En ocasiones, entonces, nos dan directivas tendientes a hacer concesiones exageradas, (aceptación de una cuota de alimentos menor a la adecuada, de menos bienes que los correspondientes, o de un régimen de contacto con los hijos que no les es del todo favorable) o que no traen aparejadas concesiones recíprocas de la otra parte, pensando que así se sacarán de encima el problema y podrán empezar mas pronto con una nueva vida en la que este tema ya no formará parte de sus preocupaciones.

Sin embargo, la experiencia nos indica que lo que en el medio del conflicto se siente como una mera resignación de bienes, que va a traer aparejada tranquilidad, con el tiempo es percibido como una renuncia a derechos que jamás se debió haber hecho porque la incomodidad que esa privación acarrea se prolonga durante el tiempo. Cuando esto sucede, la parte que se dejó llevar por la impaciencia o la incomodidad descubre, cuando ya es tarde, que la inquietud no es buena consejera.

Ante un divorcio, nuestra tarea como abogados es defender los intereses de nuestros clientes, lo cual implica a veces hacerles ver que a veces lo que parece conveniente en un momento de desasosiego no lo es para el resto de la vida. En oportunidades esta labor es ingrata y difícil, porque puede ser percibida como falta de voluntad de acuerdo con la otra parte, o falta de empatía con nuestro propio cliente.

Pero un buen abogado sabrá encontrar la manera de explicar a su cliente los motivos por los que lo que parece un buen acuerdo en lo inmediato no lo será en el futuro. De otro modo, perjudicaremos los intereses de la parte que debemos defender, quien con toda seguridad nos lo reprochará en el futuro.

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